Ella no le pidió tanto, solo que la cuidara y que la quisiese para siempre, y él se lo prometió, le prometió un te quiero infinito, pero resulto ser un infinito de esos que acaban. Después de haberla hecho tocar el cielo y de hacerla sentirse una princesa, su princesa y de haberla ilusionado, le rompió todos los esquemas y resquebrajo esa frágil cajita en la que acumulaba toda su felicidad que alimentaba él día a día, la rompió en mil pedazos dejando escapar sus sonrisas y su manera de ser feliz a su lado y en esta vida. La dejó sola frágil, débil y sin ganas de nada después de haberle prometido un para siempre que se trato de un para un rato.
Y tan solo la llamo y le dijo; - lo siento. Ella respondió aturdida y sin entender nada un de que hablas, seco y lleno de miedo él acabó la conversación con un lo siento de verdad, pero no puedo seguir contigo, ya no siento aquello que sentía cuando estaba a tu lado.
Y ella se quedó al otro lado de la línea sin palabras, sin aire y sin apenas energía para hacer latir su corazón, ni siquiera tuvo fuerzas para pulsar el botón de finalizar llamada para no tener que escuchar más su respiración que la estaba torturando cada segundo que pasaba. Fue él quien colgó.
Y durante esos segundos en silencio entre ambos a ella se le aremolinaban las palabras en su cabeza que la golpeaban fuertemente pidiéndole que reaccionara y las dejara salir, pero ni eso la hizo devolverla a ese instante, tantas cosas que responderle y no fue capaz de decirle nada.
Primera parte.
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